Un pasado familiar interesante
Antes de nada, estos días estoy muy liado con mis exámenes, sobre todo, de Ascó ( Ascó=Asconomía=Economía ) aunque por el momento voy bien. Los resultados los tendré más o menos dentro de unas dos semanas y me costará aguantar la desesperación por saber las notas. Esto último os pasará a muchos, seguro. Pero ya sabéis: paciencia pequeños saltamontes . . . . . . . .
Bueno, hoy no he tenido una mañana tan aburrida debido en parte por estar estudiando y preguntándole al profesor de Economía diversas preguntas sobre dónde poner los diferentes elementos de las masas patrimoniales. Pero lo más interesante ocurrió en clase de Geografía. Como algunos de ustedes sabréis ( o nadie ) a mi me encanta la Geografía. Se podría decir que yo nací con un Atlas debajo del brazo.
Lo cierto es que a lo largo de mi vida me ido metiendo más en este mundo que muchos odian a muerte. Saber cuántos millones de habitantes tiene tal ciudad, dónde está este país, cuál es su capital . . . . . . . . . son cosas que con el tiempo he ido aprendiendo.
Ahora, volvamos a lo que realmente deseo comentar. Hoy en Geografía, estábamos empezando el tema de las ciudades. Es un tema que a mí personalmente me gusta mucho. Total, que la profesora empezó a explicar las funciones básicas y no básicas de las ciudades a lo largo de los siglos. Cuando iba a pasar al siguiente apartado, se marchó a la sala contigua de la clase para coger el proyector. Una vez puesto el proyector y enchufado, puso una serie de diapositivas.
Mediante estas diapositivas explicaba las distintas partes de una ciudad: ensanche, CBD, polígonos industriales, casco histórico, etc. Fue esta última, el casco histórico, la que levanto mi propio interés. Resulta que la evolución de las ciudades españoles han permitido o no mantener los cascos históricos tal y como eran desde sus inicios. Así, hay ciudades como Sevilla o Toledo que conservan aún, en sus cascos históricos, las juderías casi intactas.
Pero la profesora se adentró más en el tema de las juderías y explico el por qué tanto rechazo en la Europa nazi por los judíos. Y de tanto explicar, soltó la palabra jamba. Por unos instantes, me quedé un poco en blanco, pero rápidamente recordé de que se trataba. La profesora explico que estas jambas eran muy comunes en la casa de los judíos pues se trataban de unas losas pequeñas que se ponían alrededor del marco de la puerta. Fue ahí cuando recordé la historia que me contó mi madre.
La profesora, viendo que yo sabía lo que era, me preguntó el por qué. Por ello, tuve que contar la historia de mi familia holandesa.
En plena Segunda Guerra Mundial, Holanda estaba ocupada por los nazis alemanes que querían echar a todos los judíos de Europa. En esta bella tierra vivía mi abuela. Tendría unos 14 años cuando ocurrió esto. Resulta que un día una familia judía llamó a la puerta de su casa. Pedían cobijo durante un tiempo hasta que los nazis se fueran. La familia de mi abuela no lo dudó ni un segundo y los acogió. Los nazis estaban allí para buscar a los judíos y mirar si en algunas casas de las familias holandesas había judíos escondidos. Tuvo mucha suerte.
Sin embargo, una amiga suya no tuvo la misma suerte puesto que pillaron a unos judíos en su casa. Como castigo, a los judíos los mandaban a los campos de concentración mientras que a su familia entera los mataron de un tiro en la cabeza. Fue una cosa horrible.
Una vez que los nazis se marcharon, la familia judía que se escondían en la casa agradecieron mucho el darles cobijo y como regalo, marcharon a su ya destruida casa para coger la jamba que tanto apreciaban.
Hoy día esa jamba luce en mi salón. Se trata de la figurita de un barco de vela grande, parecido a una galera. Subiría una foto para que la vierais pero resulta que mi hermana tiene la cámara y no hay manera de que la devuelva en un tiempo.
En fin, una historia que la verdad, el día que me la contó mi madre, me quedé helado.
Aún así, mi pasado familiar tiene muchas sorpresas que me alucinan día tras día.
Bueno, hoy no he tenido una mañana tan aburrida debido en parte por estar estudiando y preguntándole al profesor de Economía diversas preguntas sobre dónde poner los diferentes elementos de las masas patrimoniales. Pero lo más interesante ocurrió en clase de Geografía. Como algunos de ustedes sabréis ( o nadie ) a mi me encanta la Geografía. Se podría decir que yo nací con un Atlas debajo del brazo.
Lo cierto es que a lo largo de mi vida me ido metiendo más en este mundo que muchos odian a muerte. Saber cuántos millones de habitantes tiene tal ciudad, dónde está este país, cuál es su capital . . . . . . . . . son cosas que con el tiempo he ido aprendiendo.
Ahora, volvamos a lo que realmente deseo comentar. Hoy en Geografía, estábamos empezando el tema de las ciudades. Es un tema que a mí personalmente me gusta mucho. Total, que la profesora empezó a explicar las funciones básicas y no básicas de las ciudades a lo largo de los siglos. Cuando iba a pasar al siguiente apartado, se marchó a la sala contigua de la clase para coger el proyector. Una vez puesto el proyector y enchufado, puso una serie de diapositivas.
Mediante estas diapositivas explicaba las distintas partes de una ciudad: ensanche, CBD, polígonos industriales, casco histórico, etc. Fue esta última, el casco histórico, la que levanto mi propio interés. Resulta que la evolución de las ciudades españoles han permitido o no mantener los cascos históricos tal y como eran desde sus inicios. Así, hay ciudades como Sevilla o Toledo que conservan aún, en sus cascos históricos, las juderías casi intactas.
Pero la profesora se adentró más en el tema de las juderías y explico el por qué tanto rechazo en la Europa nazi por los judíos. Y de tanto explicar, soltó la palabra jamba. Por unos instantes, me quedé un poco en blanco, pero rápidamente recordé de que se trataba. La profesora explico que estas jambas eran muy comunes en la casa de los judíos pues se trataban de unas losas pequeñas que se ponían alrededor del marco de la puerta. Fue ahí cuando recordé la historia que me contó mi madre.
La profesora, viendo que yo sabía lo que era, me preguntó el por qué. Por ello, tuve que contar la historia de mi familia holandesa.
En plena Segunda Guerra Mundial, Holanda estaba ocupada por los nazis alemanes que querían echar a todos los judíos de Europa. En esta bella tierra vivía mi abuela. Tendría unos 14 años cuando ocurrió esto. Resulta que un día una familia judía llamó a la puerta de su casa. Pedían cobijo durante un tiempo hasta que los nazis se fueran. La familia de mi abuela no lo dudó ni un segundo y los acogió. Los nazis estaban allí para buscar a los judíos y mirar si en algunas casas de las familias holandesas había judíos escondidos. Tuvo mucha suerte.
Sin embargo, una amiga suya no tuvo la misma suerte puesto que pillaron a unos judíos en su casa. Como castigo, a los judíos los mandaban a los campos de concentración mientras que a su familia entera los mataron de un tiro en la cabeza. Fue una cosa horrible.
Una vez que los nazis se marcharon, la familia judía que se escondían en la casa agradecieron mucho el darles cobijo y como regalo, marcharon a su ya destruida casa para coger la jamba que tanto apreciaban.
Hoy día esa jamba luce en mi salón. Se trata de la figurita de un barco de vela grande, parecido a una galera. Subiría una foto para que la vierais pero resulta que mi hermana tiene la cámara y no hay manera de que la devuelva en un tiempo.
En fin, una historia que la verdad, el día que me la contó mi madre, me quedé helado.
Aún así, mi pasado familiar tiene muchas sorpresas que me alucinan día tras día.
Etiquetas: My memories
2 comentarios:
Curiosísima historia, a pesar de que es triste, me parece muy bonita.
A mí siempre me ha interesado el porqué del antisemitismo... He leido algo sobre el tema y viene de antaño. Tradicionalmente se les ha acusado de deicidas, de ahí el odio que le profesaban por ejemplo los españoles en su época.
Me ha hecho mucha gracia lo de yo nací con un atlas debajo del brazo. Yo también lo suelo decir Me encanta encontrar a gente que ame la geografia. Saludos.
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